Compartimos nuestra historia porque hace una semana todo cambió y hoy se hace necesario externarlo..
Siempre he querido ser mamá,
entre muchas cosas en mi vida. Siempre pensé que iba a ser algo casi imposible,
por muchas razones personales. Cuando empezamos nuestra relación con Erick,
surgió el tema de ser papás en algún momento. Allí empezó la ilusión, algo que
con el tiempo saltaba más entre nuestras conversaciones.
Superamos muchas situaciones en
nuestra vida y llegamos al día de nuestra boda. Hemos vivido momentos
increíbles juntos pero también muchas dificultades. Nos hemos hecho más
fuertes, más unidos, nos ha dado la
oportunidad de amarnos cada día más. A los pocos meses de casados decidimos
empezar a probar tener familia y gracias a Dios no fue tan complicado. Al
segundo mes, un atraso nos llevó a hacer una prueba de embarazo. Así fue como
el 27 de marzo a las 11 am fuimos por el resultado, mi cara al verlo fue una
mezcla entre sorpresa y preocupación. No sabía que iba a pasar ahora en mi
cuerpo, con nosotros, ¿cómo nos íbamos a preparar para esta hermosa espera? ¿cómo
lo iba a tomar la familia? ¿los amigos? ¿el Dobby? Muchas cosas en qué pensar y
esperar, ¡Definitivamente!
Llevábamos 4 semanas cuando
fuimos al doctor y desde que lo supimos no dejamos de cuidarnos, de darle amor,
de hablarle, de soñar cómo iba a ser estar con esa personita fruto del amor
entre nosotros. Nos mandaron unas inyecciones para ayudarle a crecer bien,
muchas vitaminas y mucha oración para que viniera sanito y con muchas ganas de
vivir.
La familia estaba más que
emocionada, los pocos amigos que les contamos estaban igual. Nosotros no
cabíamos con todo el amor que estábamos sintiendo… jugábamos a imaginarlo
bailando, leíamos como iba su crecimiento semana a semana y nos daba ternura
ver como el Dobby se recostaba con su oreja sobre mi vientre como para
escucharle sus latidos.
El día que nos tocaba el segundo
ultrasonido porque había estado creciendo lentamente, fuimos con mi hermana y
mis sobrinas, todas querían ver a baby. Pero no fue cómo esperábamos. Su
corazón ya no latió, fue un shock, no sabía si llorar o gritar o guardar
silencio. Algo se rompió dentro de mí, Erick y yo no creíamos que esto
estuviera pasando. El doctor fue muy amable, nos explicó que había que proceder
a un legrado para no arriesgarnos a un sangrado que fuera una emergencia y que
hicieran un procedimiento no cuidadoso para nosotros.
Fue el 2 de mayo que todos
nuestros planes cambiaron, nos fuimos muy tristes a la casa, me quebró ver a
nuestra familia tan dolidos, así como nosotros. Nuestro baby seguía dentro de
mí pero ya no crecía, ya no sentía, ya no era de esta tierra, pertenecía de
nuevo a Dios.
A partir de ese día, no me siento
yo misma, pero quiero serlo por nuestro baby. Nuestro bebe existió, vivió, su
corazón latió, lo amamos y lo seguiremos haciendo. Nació en el cielo, no lo
pudimos cargar ni llenarlo de besos, jugar con él y verlo crecer. Le pusimos
Joaquín, merece toda la dignidad de un niño nacido. Merece el duelo que estamos
pasando, merece ser reconocido, merece nuestro amor ayer, hoy y hasta que Dios
nos de la vida y que después podamos dárselo cuando nos encontremos en el
cielo.
Somos papás sin un niño en
brazos, somos sus papás. Duele y casi nadie lo entiende. Duele más cuando
escuchas que hay un niño abandonado o cuando alguien voluntariamente decide
darle fin a la vida de un chiquito, duele cuando los explotan, duele cuando
niegan que hay vida dentro del vientre, duele cuando dicen que es algo que es
solo de la madre, cuando también el papá está sufriendo. Joaquín nos duele,
pero tuvo un propósito. Esperamos realmente poder cumplirlo y que nuestro niño
se sienta orgulloso de sus padres.
Incluso, contar la historia de
Joaquín tiene un propósito, reconocer a los bebes que mueren en el vientre
materno, que es algo que pasa y es algo que duele. Sean de muchas o pocas
semanas, a término, ya nacido y que viva pocos días o años, duele y merece que
les demos un lugar a estas cortas vidas, como a nosotros los padres.
Curiosamente el 3 de mayo se
conmemora a los bebés muertos en el seno materno, se les llama bebés estrella.
Nosotros entregamos a Joaquín a Dios y él será nuestra guía para poder afrontar
lo que nos falta por vivir. Queremos ser fuertes, salir adelante pero nunca
olvidar que seremos padres siempre de
Joaquín.
No contamos esto para que sientan
conmiseración de nosotros. Al contrario, es para que puedan darse cuenta que
pueden haber personas cercanas a ustedes que estén pasando por una situación
similar a la nuestra y que necesitan de su apoyo. Una perdida nunca es fácil,
pero rodearse de personas que nos aman nos ayuda a llevar el dolor.
No siempre se encuentran las
palabras para esta situación, no es común, no es un tema fácil, a veces se hiere
con la forma de abordar el tema, pero no por eso no deja de valer la pena mostrar
apoyo.
Cierro esto diciendo que Joaquín Pur Rivas siempre
será nuestro bebe hermoso y amado.