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jueves, 25 de agosto de 2011

Pero no se lo digas a nadie...

Cuánto poder se le dá a una persona cuando le contamos un secreto? lo hemos pensado?
Hay ciertas personas que por su calidad profesional deben guardar un secreto, así como un sacerdote o un Abogado, pero todas las demás personas lo conservan por pura gana de ser caja de fuerte de la memoria de alguien más o bien por ser confidente de alguien y creer en la reciprocidad de que sí algún día uno necesita contarle algo a alguien, esa persona que antes fue la dadora del secreto ahora sería su confidente. 
Realmente una razón para que hayan secretos no cuadra mucho conmigo, si es cierto, hay cosas que no se las puede estar contando uno a todo el mundo, pero hay cosas que son hasta ridículas que sean catalogadas como "secreto".
Obviamente -hago la respectiva aclaración- que hay secretos que dan gusto que guardarlos, por ejemplo una sorpresa para alguien más o bien, una vivencia a vivir que será a futuro, un compromiso (ya fui parte de las que guardaban el secreto y viví la preparación), y cosas de ese tipo. Pero no es de esos secretos de los cuales yo hablo.
Hay personas que no son capaces de reservarse cierta información, no por maldad, sino que muchas veces por inocencia, otras por descuido, y otras porque no se les aclara antes que es un SECRETO y que quizás llego a su vida a preocuparle y lo cuenta con el afán de ayudar a quien se lo contó. 
En esos casos, creo firmemente que es poner en tentación a la persona que escucha el secreto, si uno no quiere que algo se sepa, pues que mejor no se diga, ni salga de nuestra boca, más cuando sabemos que es algo delicado o que afecta a más personas además de uno mismo. 
Las cargas compartidas se sienten más livianas dicen por allí, pero creo que cargarle a alguien cierta información que no debe ser sabido por los demás es ponerle una carga innecesaria e incluso egoísta hacia la otra persona. 
Será más fácil, ser un libro abierto o bien, una cajita de pandora? Eso es cuestión de cada quien, pero sería bueno que cada vez que queramos decirle a alguien la famosa frase de "Pero no se lo digas a nadie..." meditemos si vale la pena en primer lugar, compartirlo con alguien, segundo, sí "ese alguien" es la persona adecuada para conservar mis intimidades,  o bien, reservarnos esa información y así, no ponerle más responsabilidad a las demás personas y tener seguro que nadie se va a enterar de lo que no deberían.....
Allí se los dejo pué!

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